En una oportunidad en la facultad, y para variar, discutíamos con una compañera acerca de la guerra en el mundo. Según ella, la lógica que estructuraba la guerra (la lógica “amigo-enemigo” –en su amplia acepción, y no sólo relativa a la consideración schmittiana–), era una lógica perniciosa, antinatural y destructiva. Coincidía con ella en algunos puntos, pero no pudo salvar teóricamente aquello que señala Carl Schmitt en su libro El concepto de lo político: si uno es “pacifista”, ¿acaso no se opone a los belicistas? ¿Y eso no es reproducir la “lógica de opuestos”, la lógica “amigo-enemigo”?